Capítulo I
Máximo está por entrar a una reunión, la más importante hasta este momento en su vida laboral, la adrenalina de las negociaciones es una de las cosas que más le gustan pero también, las más estresantes, vestido con traje hecho a la medida, reloj muy costoso, jugando con la llave del nuevo vehículo de lujo que ha comprado espera el elevador dentro de un lujoso edificio corporativo en la zona de Santa Fe y se dirige al lobby del lugar, sus zapatos de piel hacen un ruido de paso firme y seguro. Cuando llega a la recepción, sonríe cordialmente y observa su teléfono de última generación para corroborar los datos de la cita con la recepcionista empezando una nueva experiencia de vida.
Sin duda Máximo ha llegado muy lejos en la vida, atrás quedaron los días en que siendo un hijo de una familia de clase trabajadora veía como su padre, maestro de profesión luchaba cada día por darle lo necesario a su familia para salir adelante, su madre, una ama de casa, esposa y madre ejemplar, le instruyó en los valores de importancia para que su vida hiciera un impacto más allá de lo económico, valores que ha seguido y respetado siempre y que hoy son uno de los pilares de su éxito.
Su padre siempre le recalcó los valores inducidos por su madre y le instó siempre a estudiar para salir adelante y “ser alguien” en esta vida. Máximo a su corta edad no entendía exactamente cómo podía hacerlo pero respetaba a su padre y haría lo posible por seguir la formación que sus padres le dieron, de tal suerte que estudió una carrera en administración de empresas, luchando cada día por ser el mejor de la clase, cosa que no siempre era fácil y le costó varios desvelos pues desde la preparatoria tuvo que trabajar y estudiar.
Cuando entro a su primer trabajo tenía 16 años, comenzó a ayudar a su tío que vendía artículos de jarcieria en un tianguis cercano a casa, todos los sábados muy temprano se levantaba para ayudar a su tío a descargar la camioneta y montar el puesto para atender a los clientes, su tío un hombre rudo pero con mucha habilidad para negociar con proveedores y dirigentes del tianguis vio en Máximo una habilidad que bien podía desarrollar. El tío muchas veces era motivo de burlas y desprecios de la familia por abandonar una carrera de economía en el Politécnico y empezar a vender playeras y jerseys de su universidad con un amigo, ahora el amigo había dejado el negocio por un empleo de capturista en una notaría. Mientras vendían estas prendas conoció a un señor que le ofreció vender articulos de jarcieria a un muy buen precio y tomó la decisión de hacerlo como un nuevo reto.
Máximo conocía esta historia muy bien, pues cada sábado su tío le contaba las aventuras que vivió con su amigo y cada experiencia que tuvo para llegar a donde estaba, estimaba mucho a su sobrino pero no lo demostraba de una manera tradicional. Cuando vio como su sobrino tenía una facilidad para generar empatía con las marchantas y lo bien que les explicaba qué artículos les convenían más (que usualmente eran los más caros) notó una oportunidad de tomar bajo su ala al sobrino y desarrollar su potencial.